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Mostrando entradas de 2019

El dibujo de mamá.

     Sucedió en un orfanato, en Siria.      Le pidieron a una niña dibujar a su madre. Cojió una tiza y la dibujó en el suelo, se quitó las sandalias, se acurrucó en el lugar que sería el corazón de su madre y se quedó dormida.

Formas.

Ahora que todo me lleva al recuerdo, que la agonía de lo inminente me obliga a dar la cara al presente, debo confesar que al inicio no sentía nada por ti, eras solo el capricho de un niño deslumbrado por una belleza ajena, distinta.     Indiferente como eras, casi sin tu saberlo, te fuiste acercando a mí por el lado del cuerpo, que es otra forma de llegar al corazón de un hombre. Un camino corto y sin muchas tribulaciones, pero un camino al fin. Tú seguramente lo supiste desde el principio, eras para mí una especie de aventura irracional, desaforada.     Fuimos como un disparo al aire que el destino lanzó una noche loca. Me sentía atraído por ti, alucinado. Una mujer sabe esas cosas por instinto o por una sabiduría adquirida o heredada de su género. Quizá las mujeres, como un don de los dioses, tienen un radar especial para detectar un corazón necesitado de cariño, y sin que puedan evitarlo se sienten atraídas hacia el desvalido para prodigarle un poco de aquello que adolece.    

¿Tiene la política como la medicina, sus propios placebos?

Esta mañana leí una columna muy interesante en un blog de opinión del New York Times, escrita por Gary Greenberg, titulada: “El poder curativo de no tomar nada”, en la que habla acerca de los llamados placebos y sus particulares efectos en el ser humano. En uno de sus párrafos describía el efecto placebo como el fenómeno en el que la gente afligida se siente mejor con tratamientos que funcionan por una razón aún no discernible, algo así como una “medicina falsa”  con el fin de recalcar de que seguramente funciona porque “a la gente le gusta que la engañen”. Afirma que luego de un cuarto de siglo de trabajo, ya tienen suficiente evidencia para comprobar que es así, ¡y que realmente funciona! Los estudios muestran que, si le das a alguien una píldora compuesta de azúcar, ese paciente —sobre todo si tiene alguna condición crónica agravada por el estrés y si el tratamiento le es dado por alguien en quien confían— mejorará. “Dile a alguien que su malteada normal es una bebi

La horrible noche.

  Con mi señora y mi hijo estamos en casa de mis suegros. Mi hija se había quedado en el apartamento adelantando las tareas del colegio. De repente la luz se va y una fuerte explosión se siente en el vacío de la noche; al instante y como en los peores tiempos de violencia de mi pueblo, una serie de ráfagas de fusil comienzan a estremecer la noche. Cojo el celular para llamar a mi hija y preguntar como está, ya que el apartamento queda cerca a la estación de policía, ella me contesta angustiada que está sola y siente mucho miedo. Con la linterna del celular en mano, bajo por la calle del parque los fundadores. El ruido de las motos que pasan furibundas me altera un poco más. Avanzo dos o tres pasos y empiezan a salir desde el sector del estadio, proyectiles de fusil que ascienden furiosos, incandescentes por las montañas del pueblo, rojos como el demonio enfurecido de la guerra que nuevamente llega. Soy la única persona que baja en ese escenario infernal hacia la estación. Nada im