Esta mañana leí una columna muy interesante en un blog de opinión del New York Times, escrita por Gary Greenberg, titulada: “El poder curativo de no tomar nada”, en la que habla acerca de los llamados placebos y sus particulares efectos en el ser humano. En uno de sus párrafos describía el efecto placebo como el fenómeno en el que la gente afligida se siente mejor con tratamientos que funcionan por una razón aún no discernible, algo así como una “medicina falsa” con el fin de recalcar de que seguramente funciona porque “a la gente le gusta que la engañen”. Afirma que luego de un cuarto de siglo de trabajo, ya tienen suficiente evidencia para comprobar que es así, ¡y que realmente funciona! Los estudios muestran que, si le das a alguien una píldora compuesta de azúcar, ese paciente —sobre todo si tiene alguna condición crónica agravada por el estrés y si el tratamiento le es dado por alguien en quien confían— mejorará. “Dile a alguien que su malteada normal es una bebi
Leo para alumbrar mi camino, escribo para encontrarme.